El gasto desproporcionado de los ricos en compras discrecionales no es nuevo, pero la brecha entre sus hábitos de consumo y los del resto del país, se ha agudizado la economía de Estados Unidos (EEUU) en los últimos años.
A pesar de la alta inflación y el aumento de la deuda del consumidor, el gasto en bienes y servicios discrecionales se ha mantenido sólido. ¿Quiénes son los que están reservando todos esos asientos de primera clase y mesas en restaurantes de lujo?
Un reciente análisis de Moody’s Analytics tiene la respuesta: el 10% de los hogares más ricos de EE.UU., aquellos que ganan más de $250,000 dólares (dls) al año, representan ahora la mitad del gasto total de consumo en el país y al menos un tercio de su PIB.
Una concentración de riqueza que pone en riesgo la economía
Según Mark Zandi, economista jefe de Moody’s Analytics, esta concentración extrema de recursos financieros en manos de unos pocos presenta riesgos considerables. «En una economía saludable, el gasto estaría más ampliamente distribuido y habría menos riesgo de que algo salga mal financieramente para ese pequeño grupo en la cima», explica Zandi.
La riqueza de este segmento superior proviene en gran medida de inversiones en bienes raíces y mercados de valores que podrían verse sacudidos por eventos como una guerra comercial.
La riqueza distorsiona el panorama económico
Esta concentración de riqueza también distorsiona la economía cotidiana. Las empresas buscan mantener sus márgenes de ganancia dirigiéndose a los consumidores más adinerados, lo que ha llevado, por ejemplo, a que los fabricantes de automóviles se centren en SUV de gama alta en lugar de modelos más asequibles.
Además, los indicadores económicos tradicionales ya no pintan un panorama claro, dificultando la comprensión del verdadero estado de la economía.
Pero el mayor riesgo, advierte Zandi, es el daño al tejido social. Permitir que tantos recursos se acumulen en tan pocas manos «socava la cohesión social» y alimenta la desconfianza hacia las instituciones. A la larga, ni siquiera los ricos podrían escapar de las consecuencias de esta creciente desafección y fragilidad económica.
Si bien el gasto de los ricos está impulsando temporalmente la economía de consumo de EE.UU., esta concentración extrema de riqueza plantea graves riesgos económicos y amenaza con desgarrar el tejido social del país.
Vía Bloomberg


