En medio de un entorno comercial cada vez más costoso, más marcas están optando por una alternativa legal e ingeniosa para ahorrar: la ingeniería arancelaria. Esta táctica permite reducir los impuestos de importación modificando mínimamente las características de los productos, ya sea cambiando materiales, agregando o eliminando detalles, o reclasificándolos dentro de otros códigos arancelarios menos gravosos.
Aprovechando las más de 5,000 clasificaciones aduaneras globales, esta técnica ha cobrado fuerza en 2025, especialmente entre las empresas que importan desde China, uno de los países más afectados por los aranceles impulsados por la administración Trump.
Ajustes pequeños, beneficios grandes para las empresas
El concepto puede sonar técnico, pero su aplicación es muy concreta. Por ejemplo, una sudadera puede reducir su tasa arancelaria si se fabrica con algodón en lugar de fibras sintéticas, como lo hizo recientemente una marca que trabaja con la startup Portless, ahorrando más de 2 dólares por unidad.
Casos como el de Columbia Sportswear, que incorporó bolsillos con cremalleras para reubicar sus camisas en categorías de menor impuesto, o Converse, que rediseñó sus suelas con fieltro para clasificarlas como pantuflas, ya son referentes históricos de este tipo de innovación fiscal.
Más recientemente, Walmart ha sustituido el aluminio en sus productos por fibra de vidrio, disminuyendo su carga tributaria, y Coca-Cola está evaluando cambiar envases de aluminio por botellas plásticas para esquivar aranceles.
Un recurso cada vez más solicitado por empresas
El abogado Mario Torrico, experto en comercio internacional, afirma que las consultas sobre ingeniería arancelaria han aumentado un 50% en lo que va del año. Las empresas buscan formas de resistir la presión de los costos sin trasladarla al consumidor. Incluso industrias como la nupcial intentan reclasificar vestidos de novia como prendas de un solo uso para acceder a exenciones impositivas.
Esta táctica también se complementa con otras estrategias, como mover fábricas a Vietnam o Sri Lanka, o usar almacenes para retrasar el pago de impuestos, esperando ajustes futuros en la política arancelaria.
No todo es ahorro: los riesgos y limitaciones del rediseño fiscal
Aunque legal, esta estrategia tiene sus límites. El caso de Ford, que fue multado con 365 millones de dólares por modificar vehículos para evitar impuestos, deja claro que la ingeniería arancelaria debe estar bien documentada y respaldada con evidencia de diseño legítimo.
Además, no todas las pequeñas empresas tienen los recursos técnicos o legales para implementar estos cambios, especialmente aquellas con ingresos por debajo de los 10 millones de dólares. Aun así, sectores como moda y calzado tienen más opciones de adaptarse, ya que los aranceles varían mucho según materiales, acabados o funcionalidades.
Una oportunidad estratégica para pequeñas empresas con visión
Para los emprendedores latinos en EE.UU. o propietarios de pequeñas empresas, entender cómo funciona la ingeniería arancelaria podría abrir una puerta de ahorro y competitividad. Aunque parezca una herramienta exclusiva de gigantes como Walmart, muchas pymes están comenzando a explorar ajustes sencillos pero rentables en sus líneas de productos.
En un contexto global incierto, donde los costos aumentan pero el consumo sigue cambiando, diseñar con inteligencia fiscal puede marcar la diferencia entre sobrevivir y crecer.
Vía Modern Retail


